MONO SAPIENS?



Somos Humanos no por lo que aún compartimos con los Homo antecessores, si no por lo que nunca hemos compartido con ellos.

Escribir sobre la Evolución humana es casi como contar por enésima vez, un chiste flojo.   El 70% de la humanidad tiene poco interés en el tema, porque representa una afrenta a su imagen de un dios creador de cosas perfectas.  La mayor parte del 30% restante, considera suficiente la ilustración de este proceso, con la imagen de un Chimpancé que progresivamente se convierte en un hombre. 
 
El problema es que sentía un compromiso con algunos lectores del blog, que se extrañaron cuando expresé que como evolucionista, no compartía expresiones como “El hombre viene del mono”, o “La transformación del mono en hombre” acuñadas por personas de gran talento, pero de poco cuidado.   De hecho, conozco que esas expresiones han “puesto en bandeja” las conocidas  caricaturas de los creacionistas, facilitando que incluso profesionales de las ciencias naturales, con tal de no sostener un aparente ridículo, asuman posiciones escépticas de la Evolución.   Y si a ello se le suma el envenenado paradigma del “azar” que con frecuencia y descuido también se defiende; la evolución involuciona a una teoría, comparable con el creacionismo.  Y en esa zona de confort para aquel que ha sido persuadido del castigo eterno, inclinarse por lo metafísico, es más “fácil y económico”; pues ya no tiene que aprender nada más.    Solo debe arrodillarse. 

No tengo ninguna objeción a la relación evolutiva entre los primates y los Homi (Hominoideos, Hominidaes, Homininaes y Homininis).   Pero las frases: “El hombre viene del mono”, o “La transformación del mono en hombre”; insinúan una secuencia progresiva lineal que no es demostrable.   Es decir, no es cierto que los cambios que sufre una especie (que Darwin consideró leves) van sumándose infinitesimalmente hasta obtenerse una diferencia notable y estable que termina conformando otra especie “mejor”, momento en el cual la especie original ha desaparecido.

Tampoco es cierto que somos la descendencia directa de uno o más “monos” obreros.

Los estudios mejor documentados, basados en análisis de ADN y otras técnicas, corroboran que el paradigma del ADN que va variando uniforme y progresivamente en la misma línea genética, no es aplicable a las poblaciones Homi y Homo. 
De hecho, para ayudar a expresarme; quiero aprovechar la información publicada recientemente por la ONG HIROLA;  acerca del hallazgo de dos jirafas blancas (posiblemente haya más) en Ishaqbini Hirola (Kenia); y otras en Tanzania, país vecino.    No se ha observado Jirafas “un poquito blancas”, y otras “un poco más blancas”.   El cambio fue así de brusco: de moteadas; a blancas.    En la naturaleza ha habido cambios similares por lo brusco, aunque dispares en el efecto.  Me explico.  El caso de estas jirafas es que adquirieron de manera natural, una “patología” heredable denominada hoy: Leucismo, que se expresa con pérdida de pigmentación, distinta del albinismo.   De hecho, las jirafas de Kenia mencionadas, son madre e hijo.

Las jirafas “originales” tienen el gen de piel blanca?  La respuesta es que no; pues en el genoma, existen arreglos de nucleótidos y/o de codones que expresan una cualidad; y otros arreglos (codones stop y/o pseudogenes) que bloquean la expresión de un codón o de un gen, respectivamente; de manera que esas jirafas blancas adquirieron un arreglo de nucleótidos que de manera consecuente se expresó con el bloqueo del gen que pigmenta la piel.   Lo evolutivo, el cambio después de tener la piel moteada, es adquirir el codón o el pseudogen bloqueador; el cual no era portado por las jirafas moteadas originales.   La buena noticia, es que ese Pseudogen se convierte en un recurso genético que al ser modificado por otro error, genera otra cualidad, a la vez que se recupera la función deprimida por él; generándose saltos genotípicos más bruscos.

Eso nos muestra que lo que hace a una especie distinta de otra, lo que nos ha hecho humanos frente a los neanderthalensis y otras especies más arcaicas; no es el genoma común; si no (disculpen la redundancia) las variaciones evolutivas adquiridas (codones o genes nuevos); y estas variaciones, por ser nuevas, no pueden estar en el genoma de la especie “anterior”.

Cuál de los “monos” de Engels tiene los genes que se expresan generando cerebros grandes, desarrollo de la corteza cerebral y pies no prensiles?
Dicho de una forma más coloquial, en lugar de expresar que “el mono se transformó en hombre”, se corrige diciendo que tenemos un antecesor común con los simios. El hecho es que tras cada variación adquirida, le  debemos menos a ese antecesor, pues evolucionamos autónomamente.

Un poco más allá, la complejidad genética encontrada en fósiles antropomorfos de distintas épocas, nos enseñan que el otro paradigma del árbol genealógico cuyo tronco se bifurca a distintas alturas, es impropio para representar la evolución Homi y Homo.   En ese formato de evolución, tenemos antecesores comunes con Homos cercanos como los neanderthalensis; con los Naredi, con los Floresciensis, y otras siete o más especies Homo; pero también con los  Pánidos, con los Póngidos,  con los Gorillinos y con los Hylobátidos; es decir unos quince antecesores. 

En lugar de ello, y de acuerdo con la variabilidad genética encontrada en restos antropomorfos; se propone una red de cruces de especies paralelas, (Xs más que Ys endogámicas); relacionadas con uno o muy pocos antecesores comunes; no tantos.

Los encuentros sexuales viables entre especies paralelas, preservaron parte del genoma activo de otras especies en el código Homo sapiens, las cuales al corresponder a especies distintas, han venido funcionando más como recurso de variabilidad, que como determinante genético.  (Los cromosomas sexuales de sapiens carecen por completo, de huella neanderthalensis; pero se ha encontrado un 2% del genoma activo neanderthal en ADN sapiens y una proporción mayor en otras especies Homo, asiáticas y del medio oriente).
Así; otras especies Homo desaparecieron físicamente, (posiblemente por su endogamia) pero no desapareció su genética, parte de la cual quedó pobremente en sapiens sapiens (humanos actuales). 
El Homo antecessor nos prestó el molde, pero nuestro pudín está hecho de ingredientes distintos a los suyos.   Si tuviéramos el genoma del H. antecessor; seríamos antecessor; si tuviéramos el genoma simio, seríamos simios.   Somos Homo no por lo que aún compartimos con los antecesores, si no por lo que nunca hemos compartido con ellos.

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