NEO CREACIONISMO


El tira y jala entre la fe y la razón por llegar a la comprensión y esclarecimiento sobre cómo funciona el universo, tiene un nuevo nivel: El Neo-creacionismo.   
Inicialmente, hasta hace unos 17 siglos, la explicación la tenían los profetas, sacerdotes o “maestros de la ley”; desde hace 17 siglos hasta hace unos 3 siglos, la explicación sobre cómo funciona el universo, lo tenía la iglesia católica, porque adherida por soldadura de oro con los poderes políticos, logró fundar toda una ideología dictatorialmente democrática y pérfidamente bondadosa, cuyo único condicionante, para preservar la salud, era expresar pensamientos que estuvieran conformes con el adoctrinamiento eclesiástico, que en ocasiones era extremadamente caprichoso.  La biblia era el único referente del pensamiento y de la enseñanza; de manera que el comportamiento de los hombres, consagrados y mundanos, debía coincidir en algo: El empoderamiento somático de la absoluta humildad que los plebeyos deben al poder del obispo y del rey. Los idiomas se permearon con palabras convenientes a la esclavitud integral.  ¡Hasta que los reyes decidieron separar sus expectativas, de las ambiciones sagradas de los obispos!
Particularmente, le cedo algo de positivo al control que la iglesia emperatriz ejerció sobre el pensamiento crítico.   De no pesar una seria amenaza sobre el pescuezo de los escépticos de la época, la pseudo ciencia hubiera aparecido con mucha fuerza desde su nacimiento. El recuerdo de la hoguera y la guillotina forzó a que solo los hombres de talento sobresaliente (y uno que otro título noble), aquellos con capacidad para presentar explicaciones de manera contundente, se atrevieran a retar al sistema… ¡y quedar con cabeza!  Así se logró que de la creación del universo centrado en la tierra (lo escribo con minúscula, porque según la biblia, esa fue la ordenada por Elohim, plana y soportada por columnas) y en el hombre reflejo de ese dios, se logró pasar a la Tierra como planeta mediocre, y al hombre con ancestro animal.  Durante varios siglos, la realeza clerical asumió la nueva condición a regañadientes, reconociendo que la prohibición expresa del génesis, de comer del árbol de la ciencia, limitaría la capacidad del Vaticano para contradecir los hechos demostrados por la ciencia.

Pero dado que sin excepción, los dioses son incapaces de expresarse frente a las interpretaciones que su presunta palabra sufre a cada día, desde hace varios siglos un grupo de científicos con rosario en mano, han encontrado que el deseo del dios que creó a Eva porque no encontró compañía idónea para Adán en los animales, es que a costa de los dolores de parto de Eva y sus hijas; y del sudor de la frente de Adán y sus hijos, se está autorizando a los fieles príncipes a seguir masticando del árbol de la ciencia del bien y del mal.  Por ello el vaticano invierte los diezmos en investigaciones convenientes.  Por eso, sin sudar la frente de ninguno de sus príncipes, financia la pseudo ciencia.

¡Y vaya que le ha dado resultados!   Hoy los mayores provechos de los descubrimientos científicos, los usa la iglesia para fundamentar su última inmaculada concepción: El neo-Creacionismo.   

La iglesia ha vuelto al argumento de que somos seres privilegiados, porque el dios mejor diseñado de todos, creó el universo perfectamente calibrado con el único propósito de tenernos felices, como si viviéramos en la revista Atalaya.  Creó una tierra plana soportada con columnas y un firmamento que separa las aguas, al que se fijan las estrellas, y las constantes físicas con una precisión matemática exactamente calibrada para que tengamos vida, y vida en abundancia.  Creó las macromoléculas orgánicas con la arquitectura y complejidad exacta para que nuestra sonrisa sea perfecta.  En estos momentos la discusión ha regresado de lo metafísico, a lo físico, porque ahora resulta que todas las precisiones descubiertas por la ciencia, (no mencionadas en la biblia ni siquiera como profecía, y que dan cuenta de gran parte de los mecanismos materialistas, intrínsecos de la materia y por lo que numerosos científicos hubiesen sido cremados vivos hace cuatro siglos), son la prueba de un diseñador sublimemente inteligente que nos ama tanto, que diseñó todo el universo con el único propósito de que nuestros ojos se maravillen.

Hemos visto crecer una franja social intermedia entre ateos auto-reconocidos, y ateos reprimidos (todos somos ateos hasta que se demuestre que al menos un dios existe).  Los creyentes que saben que la ciencia no ha progresado en vano, se aferran de la apologética.  Otras personas de cierto talento que por prevención ante la incertidumbre de la gloria después de la vida se aferran al “por si acaso”, en el mejor de los casos llegan a la Pseudo-ciencia.   Esa franja humana es la abanderada del neo-creacionismo en sus diferentes facetas: desde el caso del terraplanismo, hasta la teoría del diseño inteligente.  Ambos modelos parten del reclamado derecho de definir asuntos trascendentales, empleando similar dinámica a los procesos penales mediante argumentos expuestos ante un jurado.  Dado que los procesos naturales previos a la inteligencia humana no cuentan con evidencia “legítima” u “original” de un observador directo, los creyentes también defienden su derecho a usar modelos inductivos, como el algoritmo: “Todo lo que inicia, tiene una causa.  El universo inició.  Luego el universo tiene una causa”.

Tal como ocurre con ese algoritmo, los teófilos han visto que ese sistema es bueno, al menos, para confundir.  
En efecto.  Una vez se cuenta con la atención del desprevenido que cayó en la trampa, se estoca con la “conclusión” de que esa causa debe ser ¡sin causa!  Pero para no dejar cabos sueltos, se afina las calidades de la causa sin causa, hasta hacerla similar a Jehová, pero sin defectos.  Un Jehová especial.
Así es la hipótesis del diseñador inteligente.  La hipótesis del diseñador se basa en que para explicar “la extrema calibración” que presenta cada constante numérica presente en cada “ley” de la física, requerida para la existencia de un universo con la vida como la conocemos, sólo se cuenta con las opciones de: 1. La necesidad de la exactitud numérica de las constantes físicas.  2.El azar; y  3. La intervención de una inteligencia.  En este caso, de un diseñador inteligente.  (Se debe advertir que sólo los teófilos consideran estas tres opciones.  Podemos proponer una cuarta opción: 4. La lógica.)

Seguidamente, se descarta protocolariamente que la exactitud sea necesaria para que exista cualquier tipo de universo, porque no se ha mostrado ni demostrado que debe presentarse la exactitud de cada constante conocida, todas a la vez, para poder obtener un universo. 

Ese análisis pinta correcto, y por eso se ha utilizado como “premisa” (que nadie ha objetado), para dar la impresión de que se parte de un análisis lógico.  Tanto no se ha objetado esa primera sentencia, que la base de las propuestas de formación de universos, es la abrumadoramente mayor probabilidad de un universo fallido (para la química y la biología primitivas), que para la formación de un universo con capacidad para provocar vida mínimamente inteligente.

“Descartada” la necesidad de la sumatoria de exactitudes para obtener universos, la segunda alternativa es “más fácil” de eliminar: El Azar.   A todos los teístas, esa palabra los hace comerse las uñas.  Hablar mal de azar, es el primer paso para descalificar cualquier proceso incómodo.  Veamos: Cuál es la probabilidad de que una macromolécula de 100000 átomos previamente seleccionados se auto-forme en 14000000000 años?  Mejor: Cual es la probabilidad de que el ADN de Hitler se haya obtenido por azar?   ¡Pues cero! Mas sin embargo, Hitler tuvo su ADN, existió, y masacró  seis millones de Judíos (cada uno con su respectivo ADN imposible) a la vista de todos los gobiernos de la época.  

Solo queda la alternativa del NECESARIO diseñador inteligente.  Pero debe ser más inteligente, la definición o diseño de ese diseñador.  Debe ser inmune a las estadísticas, de manera que su existencia no puede ser probada con la ciencia, sino con la “razón”.  Debe ser como el de la biblia, pero no tanto como el de la biblia. 

Solo ese arquitecto (quizás hubiese sido mejor un Ingeniero) pudo haber dado exactitud a las constantes que conocemos y las que aún él no nos ha permitido conocer.

No hay por donde objetar, ahora sí, al diseñador necesario; porque es claro y forzoso, (mejor dicho; LÓGICO, según la cuarta opción) que cada constante debe tener un valor; y tener un valor, implica que éste debe ser único y exacto; de manera que la expectativa de la ciencia, de hallar los valores exactos que hagan verificables siempre, las relaciones matemáticas encontradas (a lo que llamamos “ley”), se ha convertido en el grano de arena del hombre, para demostrar la genialidad del diseñador; porque además, se complementa el modelo, sosteniendo que el Universo está diseñado de manera tal, a propósito para que sea perfecto para hacer investigación científica.  

No sería más creíble el tal diseño, si las constantes esenciales de la física tuvieran valores naturales?.  No es todopoderoso y omnisciente el diseñador?

 Velocidad de la luz en el vacío: 300.000 Km/s –sin decimales-. 
Constante cosmológica: 0.(O 1; sin decimales). 

Cuán difícil podía ser para el diseñador colocar valores naturales a las constantes creadas por él desde antes del inicio del tiempo?  Cuanto PUEDE costarle hacerlo aún hoy? ¿Por qué razón π debe ser aperiódico infinito (intuitivamente inexacto) si pudo ser exactamente 3?  Igualmente, según fuimos diseñados para la investigación, estaríamos quemando neuronas buscando el “0” significativo número 40000 de π.

La teoría del diseñador inteligente arranca colocando entre sus argumentos, uno que no es científico: Considerar que en cuanto a la matemática aplicable a la física, todo está dicho.   Argumentar que una variación infinitesimal de los valores de las constantes y relaciones matemáticas con que se expresa hoy la física haría imposible la vida, es estar convencido de que la ciencia llegó a sus límites y ya no habrá nuevos descubrimientos ni precisiones.  Me imagino que lo próximo, lo venidero será prescribir que cualquier nuevo descubrimiento es neo-herejía.   Se ha defendido la propuesta del ajuste fino, con base en los valores conocidos desde hace varias décadas, de las constantes físicas y afirmando que infinitesimales variaciones de esos valores conocidos, harían imposible la vida como la conocemos.  Los proponentes del diseñador genial, olvidan que solo con el experimento (que siempre presenta imprecisiones o sesgos), o con los valores obtenidos de las otras variables (que también fueron hallados con experimentos), se logra encontrar el valor de las constantes incluidas en la ecuación.  Es decir; se requiere de la exactitud de una constante y de variables, para hallar el valor exacto de otra constante o variable.  Por ejemplo; cuando Einstein encontró la relación E=(mC^2)/√(1-v^2/c^2 ); la exactitud de C, incluso la masa m de las partículas a las que se pudo aplicar esa ecuación, no estaban garantizadas y aún hoy, esos valores son exactibles.  

En ocasiones, ni siquiera se sabe si la constante, que por lo general se denota de manera preliminar como “k” o “proporcionalidad”, es una sola constante, o es un juego de ellas.  En el caso de la ecuación de la gravitación de Newton: F=G (M.m)/d^2 , si la aplicamos a la acción gravitatoria de la Tierra, G puede combinarse con M en una sola constante, y nada pasa. 

El Neo-creacionismo ha aparecido con dos fantasmas: El Neo-terraplanismo, y el Neo geo-centrismo. El terraplanismo definitivamente no tiene futuro; por más descabellado que luzca.   La argumentación del diseño inteligente parte también de la conjetura de que el tal diseñador logró su cometido en un solo intento, y con plena predeterminación de los resultados; lo cual contrasta con el valor que los defensores de la teoría le dispensan a los milagros.   

Cuál es la gracia de hacer un universo con las constantes físicas infinitesimalmente calibradas si con fe del tamaño de un grano de mostaza cualquiera que tenga un rosario en la mano o una cruz de ceniza en la frente puede hacer que las montañas se desplacen, que las higueras ardan, que los mares separen sus aguas o que la Tierra detenga su rotación?


(Montaje de dos imágenes de Google.com)


Para qué el valor exacto de la constante gravitatoria, si con fe se puede caminar sobre las aguas y los Santos como José de Cupertino pueden violar la ley física al tener la condición facultativa de levitar?   Ese personaje (cuyo mito coincide históricamente con Newton) se vistió de santidad porque contaba con la facultad incómoda de levitar aún sin proponérselo, incluso rezaba para que su dios le permitiera controlar el ímpetu de vuelo.  ¡Si Newton hubiera visto o escuchado acerca de esos vuelos, habría tildado de locura, su propia ecuación de gravitación!

Respecto de la “maravillosa complejidad” de la sustancia.  Qué de especial tiene un ADN humano tan imposiblemente complejo si el diseñador también creó un retrovirus con ADN complejo contra el cual el humano no puede defenderse? Los virus son vectores de castigo del diseñador de amor?  Para sanarnos el SIDA debemos rogar perdón al creador, o administrarnos un anti-VIH?

Recientemente se abrió la discusión sobre el eventual valor errado del radio del protón, debido a que nuevas técnicas han arrojado un valor casi 4% menor al obtenido desde hace unos 90 años y con cuyo valor, se hizo ajuste meticuloso del valor de la constante de Rydberg, una de las constantes de valor “prediseñado”.  Ya se ha confirmado con nuevas técnicas el nuevo valor; y de reconfirmarse, también se deberá reconfirmar Rydberg.  Cómo estar seguros del nuevo valor definitivo de la constante si la voluntad del diseñador es respetar el valor conocido?  Se desintegrará el mundo cuando se encuentre el nuevo valor exacto de la constante de Rydberg y del radio del protón?

En una incertidumbre similar se encuentra el Neutrón, ya que el tiempo de decaimiento de esta partícula, que es uno de los procesos explicados por el modelo estándar y la teoría de la fuerza de interacción débil, una de las cuatro fuerzas fundamentales, no es preciso aún. Con el valor conocido, se había obtenido parte del conocimiento sobre las primeras etapas del tiempo y la materia.  Con ese valor defendido por el diseñador, se pudo explicar la formación de los primeros protones y átomos al inicio del tiempo, precisamente cuando las distancias y los tiempos eran infinitesimales. Dejaremos de existir si el nuevo valor se escapa de la franja de seguridad que requiere el modelo del diseño inteligente?   Y cómo hacemos con las constantes no conocidas aún, que aparecerán con el estudio de la materia y la energía oscuras?   Cuáles son las constantes que incorporará la esperada teoría del todo? Todo parece indicar que si podemos aceptar que el universo existe y ha producido un planeta con vida partiendo de valores imprecisos de las constantes universales, también podemos esperar vida con constantes infinitesimalmente diferentes.  Me imagino a los teóricos del diseñador, objetando: Es que el diseñador aún no ha dicho cuáles son los valores exactos de las constantes.  En ese caso, habría que esperar un tiempo indeterminado para exponer una teoría en la cual todos los parámetros que requiere, ostenten calibración con exactitud predeterminada.

Por otra parte, conociendo ecuaciones que encierran varias de las constantes previstas por el arquitecto eterno; como 
  perfectamente la ecuación puede dar el mismo resultado, con cambios adecuados en las constantes Λ,R y G.  Incluso; en la anterior ecuación, cambiar la cifra decimal significativa número 120 de π (que no se usa ordinariamente en los cálculos), puede generar un desajuste de la ecuación, mayor al que se generaría si se altera en 
  el valor de Λ sin que desapareciera la vida, como lo propone el diseñador inteligente.


Por cierto; la idea del multiverso no tiene nada que envidiar al modelo del diseñador inteligente.  Es más digerible la idea del universo intermitente, mediante la cual se propone que ha podido suceder una cadena de eventos formadores de universos sucesivos, pero uno a la vez, que tras cada colapso (precoz o maduro); o tras cada dispersión hasta el vacío cuántico, se inicia otro evento con nuevo potencial(grande o pequeño) para formar un universo viable.  En estas intermitencias entre uno y otro intento de universo, el tiempo no tiene sentido, así como tampoco tendría sentido discutir sobre el tiempo durante el cual sobrevivió, en cada oportunidad anterior, el universo.  No se está huyendo del “inicio absoluto”; en el cual un infinitesimal desequilibrio en el vacío cuántico (más probable que la estabilidad eterna) pudo generar la oscilación primigenia; por lo que solo nos interesa conocer que el universo actual proviene de una acción anteriorsobre el vacío.
El universo (o la cadena de eventos pre-físicos) no es infinito en número de intentos; pero iniciar de una fluctuación “ordinaria” del vacío cuántico, espontánea y frecuente como lo dice el modelo estándar, no es una condición imposible en términos estadísticos.  Lo que sí ha podido suceder en inicios anteriores, es que la potencia de inflación no haya sido la adecuada, tras lo cual el efecto de la combinación de fuerzas haya inducido a universos fallidos para la bioquímica.  Lo que se propone, es que solo se requiere de una potencia inflacionaria adecuada, tras lo cual es absolutamente probable un universo químico en el que cada campo traerá consigo sus naturales características, incluidas las fuerzas fundamentales, de las cuales a su vez, (si uno de los seres vivos evolucionados es lo suficientemente inteligente), se definen las constantes.  En cada caso, si el universo fue viable en anteriores intentos, como en este, corresponde a la especie con mayor capacidad cerebral, establecer (si es de su interés), la dimensión matemática de las relaciones entre las variables que definen la naturaleza y explican sus fenómenos.

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